Socialismo/Comunismo
"cuando un periodista le preguntó a Salvador Allende si su régimen era socialista, él respondió en el acto que no lo era. Claro, precisó que era un proceso, un proceso hacia el socialismo… que a decir de Marx, conducirá indefectiblemente a la sociedad sin clases (el comunismo)"
En la praxis, ¿cuál es la diferencia entre un militante socialista y un comunista?
Ciertamente en el mundo de las ideas modernas la pluralidad de visiones hace que casi cada ser humano sea en sí mismo una escuela ideológica andante, pero ello no impide calibrar que en el sueño mayor de una sociedad materialmente igualitaria esa pluralidad torne baladí las nomenclaturas.
A mediados de siglo XIX el exiliado ruso Alexander Herzen se paseaba por toda Europa exigiendo igualdad de derechos dentro de su país, juzgando como males sociales el despotismo de los zares tanto como el individualismo, los mercados libres y la propiedad privada de Occidente. Herzen no era comunista. Era un socialista utópico, un aristócrata y terrateniente fiel seguidor de Rousseau. Es más, incluso muchos lo tienen como un liberal por su ardiente defensa de la libertad de expresión a la vez que como un demócrata por su oposición a la autocracia zarista.
Semejante a otros, el anarquista e igualmente exiliado ruso Mijail Bakunin trabajó codo a codo con Herzen. Sobre todo codo a codo con el dinero del millonario utopista. Y ello a pesar que el afiebrado Bakunin también detestaba al gran capital, la propiedad privada (no obstante provenir igualmente de familia terrateniente) y el librecambio imperante. Ambos (Herzen y Bakunin) juzgaban que ese orden de cosas debería de desaparecer, y trabajaron en consecuencia para ello.
Empero, a la hora de los reconocimientos póstumos Bakunin fue excluido: siguiendo la línea marxista ortodoxa (“científica”), en su hora las autoridades soviéticas bautizaron una de las principales avenidas moscovitas con el nombre de Herzen, rechazando de plano todo elogio a Bakunin. Ya en vida Marx había expulsado al agitador anarquista del club oficial de los luchadores de la causa proletaria.
Como es de ver, los rencores personales tienen aquí más peso que las purezas ideológicas. Así, será poca cosa el rótulo que cada quien se coloque a sí mismo o a su grupo. Todo dependerá del norte a seguir, de la praxis. Al respecto, cuando un periodista le preguntó a Salvador Allende si su régimen era socialista, él respondió en el acto que no lo era. Claro, precisó que era un proceso, un proceso hacia el socialismo… que a decir de Marx, conducirá indefectiblemente a la sociedad sin clases (el comunismo). Obviamente, una cuestión de etapas a seguir.
De este modo, la diferencia teórica entre comunistas y socialistas que se tuvo hacia fines del siglo XIX se volvía a diluir. Ya todo dependerá de la emoción del momento, como la que activó la revolución rusa de 1917 en grado superlativo. Desde entonces el grueso de los discursos igualitarios se condujeron por esa senda, por esa visión de la historia por venir que Allende juzgaba como democrático: puntualmente, un incontenible proceso de expropiaciones.
Al fin y al cabo, ¿no fue Engels el que le obsequió a la II Internacional (conformada por partidos socialdemócratas) el lema proletarios de todos los países, uníos? Siguiendo ese eco (a pesar de la minúscula presencia de proletarios), entre nosotros José Carlos Mariátegui fundó en 1928 el Partido Socialista. Le gustaba la etiqueta, procediendo a desoír las exigencias de la III Internacional (exclusivamente comunista, fundada por Lenin en 1919). Sin embargo, antes de morir Mariátegui lega en vida (en pleno uso de sus facultades) la dirección del partido a un agente estalinista: Eudocio Ravines.
Ni bien fallece el “amauta”, Ravines cambia la etiqueta: “funda” el Partido Comunista. Décadas más tarde, un grupo de estudiantes maoístas de Ayacucho reivindican a Mariátegui, el fundador del socialismo peruano (a falta de proletarios, buenos son los campesinos). Y desde su legado activan su movimiento político bajo el lema “Por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui”.
Innegablemente la diferencia entre un militante socialista y un comunista se diluye cuando asoma el proceso que susurra (o les grita, como un febril demiurgo) hacia donde ir. Sólo así se pueden entender cada uno de los atentados que contra la lógica más elemental y el sentido común suelen cometer.